Lagrimas
bajo la lluvia.
Camino bajo la lluvia espesa de este invierno, mis manos están
cerradas en puños y camino lento. Todo mi cuervo ha sucumbido ante el agua,
esta choca en mi rostro. Unas cuantas personas en la acera corren despavoridas
intentando protegerse del agua. Los autos son escasos, debo admitirlo la ciudad
se ve triste, desolada y fría. Me permito sonreír, sepárese a mí. He cruzado la
esquina, esa donde la conocí en aquella tarde soleada. Tantos momentos recordé
aquel encuentro con ella, pero nunca me había dolido su recuerdo como hasta
ahora. Ese momento todo de ella me dolía, me quemaba el alma.
Me he detenido en la esquina, me encuentro apoyado en un poste de
metal. Mi respiración es agitada, me falta el aire. No he corrido y sin envergo
debo detenerme a tomar aire. He extendido mi rostro hacia el cielo tétrico de
aquella tormenta. Esta vez no tengo vergüenza, esta vez dejo que mis lagrimas
se abran paso junto con a la lluvia que las deslizaba hacia mi cuello. Me
permito recordar aun si es doloroso todo lo que ella prometió. Dijo que podía
confiar en ella, que nunca me lastimaría. Esbozo un suspiro agonizante, debo
hacerlo o el dolor se correrá hasta mi corazón y me destruirá. No puedo
descifrar entre mis lágrimas y la lluvia, forcé mi vista para ver más allá de
aquel cielo triste. Y me pregunto ¿si él está allí mirándome? ¿Si Dios ve mis lágrimas? Algo golpea mis
pensamientos tan de súbito que sin pretenderlo me veo recordando lo que paso
hace tan solo unos minutos.
Me veo de pie junto al umbral de mi casa con la vista hacia la sala.
Mi esposa tiene una mirada de felicidad con sumida por el deseo, alguien la
rodea por la espalda y… luego veo su rostro. Yo de vería estar en su posición
junto a ella. Besando su cuello, radiando su cintura. Me ha tomado un momento
comprender que no soy yo, que ella me engaña, luego me veo saliendo con sigilo
a hurtadillas como si fuese yo quien cometió un error. He caminado absorto bajo
la lluvia, mi mente no puede pensar con claridad. Una parte de mi grita que debo volver y acabar con ellos, la otra
parte me dice ¿Qué ganaría con eso? El dolor seguirá allí. Miro las calles en
busca de respuestas, aun estoy apoyado en el paste de metal ocultando mis
lagrimas bajo la lluvia.
De repente un fogonazo de luz en la distancia, es un auto. Y sin
pretenderlo se como a cavar con el dolor. He dejado el posta atrás, la esquina
en la que la conocí, incluso he dejado atrás su infidelidad. Mis paso son
firmes, mientras camino he quitado la corbata de mi cuello he sacudido mi dolor
y cuando lo se me detengo de súbito. Escucho la bocina del auto a mi espalda
pero ya es tarde el auto me ha arrollado.
Estoy suspendido en el aire por una diminuta fracción de segundos. Y
escucho su voz, es un grito inconfundible, ella dice mi nombre con terror,
luego todo desaparece de mí. Su voz, la lluvia en mi rostro, el dolor i la luz
a mi alrededor.
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