miércoles, 8 de agosto de 2012


Lagrimas bajo la lluvia.


Camino bajo la lluvia espesa de este invierno, mis manos están cerradas en puños y camino lento. Todo mi cuervo ha sucumbido ante el agua, esta choca en mi rostro. Unas cuantas personas en la acera corren despavoridas intentando protegerse del agua. Los autos son escasos, debo admitirlo la ciudad se ve triste, desolada y fría. Me permito sonreír, sepárese a mí. He cruzado la esquina, esa donde la conocí en aquella tarde soleada. Tantos momentos recordé aquel encuentro con ella, pero nunca me había dolido su recuerdo como hasta ahora. Ese momento todo de ella me dolía, me quemaba el alma.
Me he detenido en la esquina, me encuentro apoyado en un poste de metal. Mi respiración es agitada, me falta el aire. No he corrido y sin envergo debo detenerme a tomar aire. He extendido mi rostro hacia el cielo tétrico de aquella tormenta. Esta vez no tengo vergüenza, esta vez dejo que mis lagrimas se abran paso junto con a la lluvia que las deslizaba hacia mi cuello. Me permito recordar aun si es doloroso todo lo que ella prometió. Dijo que podía confiar en ella, que nunca me lastimaría. Esbozo un suspiro agonizante, debo hacerlo o el dolor se correrá hasta mi corazón y me destruirá. No puedo descifrar entre mis lágrimas y la lluvia, forcé mi vista para ver más allá de aquel cielo triste. Y me pregunto ¿si él está allí mirándome?  ¿Si Dios ve mis lágrimas? Algo golpea mis pensamientos tan de súbito que sin pretenderlo me veo recordando lo que paso hace tan solo unos minutos.
Me veo de pie junto al umbral de mi casa con la vista hacia la sala. Mi esposa tiene una mirada de felicidad con sumida por el deseo, alguien la rodea por la espalda y… luego veo su rostro. Yo de vería estar en su posición junto a ella. Besando su cuello, radiando su cintura. Me ha tomado un momento comprender que no soy yo, que ella me engaña, luego me veo saliendo con sigilo a hurtadillas como si fuese yo quien cometió un error. He caminado absorto bajo la lluvia, mi mente no puede pensar con claridad. Una parte de mi grita  que debo volver y acabar con ellos, la otra parte me dice ¿Qué ganaría con eso? El dolor seguirá allí. Miro las calles en busca de respuestas, aun estoy apoyado en el paste de metal ocultando mis lagrimas bajo la lluvia.
De repente un fogonazo de luz en la distancia, es un auto. Y sin pretenderlo se como a cavar con el dolor. He dejado el posta atrás, la esquina en la que la conocí, incluso he dejado atrás su infidelidad. Mis paso son firmes, mientras camino he quitado la corbata de mi cuello he sacudido mi dolor y cuando lo se me detengo de súbito. Escucho la bocina del auto a mi espalda pero ya es tarde el auto me ha arrollado.
Estoy suspendido en el aire por una diminuta fracción de segundos. Y escucho su voz, es un grito inconfundible, ella dice mi nombre con terror, luego todo desaparece de mí. Su voz, la lluvia en mi rostro, el dolor i la luz a mi alrededor.      
                                                                        

  










No hay comentarios:

Publicar un comentario